viernes, 23 de abril de 2010

mazmorras

La dejó planchada y ahora no puede dormir.
Solía cultivar (y le consuela continuar haciéndolo) un espíritu crítico de base, que se planteaba más como una forma de vida que como un devenir o un rasgo de su personalidad. Se podría decir que disfruta con ello.
Eso sí, tiene puntos débiles, elementos intocables, arranques de proteccionismo ciego sustentados en los resquicios de un histrionismo galopante que le ayuda a sobrellevar (sobretodo) su vida laboral. Todavía no comprende cómo se vio haciendo apología (poco fundamentada) de los sentidos, denotando un racismo poco explícito que no supo solventar y asintiendo con el ceño fruncido cómo si tuviese razón en algo de aquello que exponía. Si cortar flores le parece una acción detestable!
La verdad es que si la princesa estaba o no conforme con el dragón le preocupa poco. ¿Acaso la princesa se preocupó en algún momento de merecer la trascendencia que se le ha dado?

«Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre. El fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido»
Paul Valéry

martes, 20 de abril de 2010

frenar


«Se puede admitir la fuerza bruta, pero la razón bruta es insoportable»
Oscar Wilde

domingo, 18 de abril de 2010

Blancanieves ya lo sabe

«Sus labios son como las rosas, su cabello como el azabache, y su piel como la nieve que reposa»

Hubiese preferido no verla, pero para eso ya es tarde.
Alertada por el ruido de sus tacones de aguja impactando contra las baldosas de terrazo se giró. Blancanieves llevaba puesto un blazer negro que vestía con cierta artificialidad, pero le daba una prestancia que pocas personas logran con esa prenda; sus piernas se movían holgadas en unos pantalones de pitillo de las talla 34 en los que en otro tiempo no hubiese creído caber y de su antebrazo colgaba un bolso verde manzana, de corte deportivo pero cubierto de lentejuelas que brillaban reflectando la luz que entraba por la cristalera del fondo de la sala de espera. Tenía aspecto de cansada, y seguramente hacía un par de días que no se duchaba, pero aun así conservaba el esplendor que la había caracterizado siempre.
A pesar de que hacía mucho de su último encuentro se han reconocido al instante. Hay caras que nunca se olvidan, y ambas, por suerte o por desgracia, tenían una de esas.
Han charlado durante largo rato (tal vez no ha sido tan largo, pero a ambas se lo ha parecido) de heridas de guerra, de tatuajes pasajeros que resurgen en la piel de forma periódica, de añoranzas, de delirios, de soluciones drásticas y de personas non gratas.
Sólo una pregunta queda todavía en el aire: ¿que es lo que Blancanieves hizo para que aquel emisario acabase entregando el corazón de un jabalí en lugar del suyo?

domingo, 11 de abril de 2010

jueves, 8 de abril de 2010

sobrexpuesta

En los últimos años había pasado largos ratos observando, cómodamente sentada, a personas que transitoriamente recorrían (habitualmente de forma circular) una estancia de pequeñas dimensiones.
De vez en cuando la visitaba alguien conocido y este acostumbraba a ser un momento algo más agradable, pero ni siquiera era siempre así. Tal era la falta de de interés que comportaba la tarea que desempeñaba, que había comenzado (seguramente en un intento de alcanzar alguna emoción) a imaginar dicha estancia como una pintura en movimiento.
Se encandilaba con el desplazamiento de los pies de los visitantes, y había descubierto un extraño atractivo en el efecto espejado que resultaba al unir un suelo pavimentado con baldosas de color ocre escasamente pulidas y una iluminación direccional que le resultaba extremadamente molesta en las paredes. Había registrado en algún lugar de su cerebro cada uno de los elementos que, trasportados por los transeúntes, habían llegado a la sala para ser considerados suciedad.
De tant en tant le parecía escuchar aplausos y pájaros, y también la risa de unos niños, pero no tardaba en descubrir que todo aquello formaba parte de un simulacro que encandilaba a aquellos que no permanecían demasiado tiempo allí.
Todas aquellas imágenes la acompañaban allí a donde fuese. Hoy, al llegar a casa un slogan ha aparecido con asombrosa nitidez en su cabeza:
Una ciudad, un mapa, cuatro vértices, cuatro personas. Tras un segundo paralizada ha dejado las llaves sobre la repisa, ha colgado su chaleco y se ha quedado dormida en el sofá.

martes, 6 de abril de 2010

Inter vivos

Hacía tanto tiempo que había leído a los clásicos, que cada vez que decidía retomar uno le parecía como si fuese nuevo. Le encanta citar y es consciente de que se le nota, como se le nota la expresión de odio que se le dibuja cuando escucha a su alrededor una pregunta discordante: «Orsonqué?». Los orificios nasales se le inflan, el parpado izquierdo cae levemente y comienza a temblar, la ceja derecha se alza, aprieta los dientes y pega la lengua al paladar, los pómulos se le marcan ligeramente, y el labio inferior sobresale una pizca más de lo normal a causa de que encoje la barbilla, mostrando (es la única ocasión en la que lo hace) un hoyuelo exactamente igual que el de su padre.
El hoyuelo no es lo único que tiene por herencia paterna. Aunque nunca lo reconozca, porque no suena bien, también el estado de alteración frente una evidencia de ignorancia vital, lo ha copiado de papa.

viernes, 2 de abril de 2010

en compañía

Hacía algunos años que Alicia la visitaba con cierta frecuencia. Venía a recordarle historias que le contó cuando era niña, fragmentos de viajes maravillosos que acostumbraban a tener un componente introspectivo, que aunque no era manifiesto, no podía ser más explícito.
Hoy se han encontrado en la calle Bismarck pera tomar el té (el té es una de sus obsesiones más notables) y Alicia, con esa voz dulce pero cargada de experiencia que la caracteriza y  con palabras que le resultaban del todo familiares, le ha descrito aquel día en que vio como el sendero que se extendía ante sus ojos comenzaba a desaparecer y paralizada por la angustia no se dio cuenta de que dicho sendero también decrecía a sus espaldas quedando parada en medio de ninguna parte.
A Alicia la salvó un exceso de moralina, pero a ella las facultades espirituales le son del todo ajenas.