domingo, 3 de octubre de 2010

HB

Con el tiempo aprendió que los trabajos, cómo las frecuencias de audición, se pierden para no recuperarse; que los escritores se emborrachan y no todos escriben sobre ello; que hay subterfugios de tránsito únicamente femenino; que el tempo, la propiedad y la urgencia siempre son relativos; que las cosas que se rompen pueden pegarse, pero nunca vuelven a ser de una pieza; que la escucha no acostumbra a ser reciproca; que en tiempo de crisis, la afinación escasea, si cabe, más que el trabajo; que los caramelos de cayena resultan raros al principio, pero son conceptualmente íntegros; que el equilibrio y la tensión son conceptos antagónicos; que la gente con tres pies era más estable cuando tenía sólo dos; que los pecados son virtudes con mala prensa y algunas cosas más sin demasiada importancia.
34 no se cumplen todos los días, pero los 90 no se superan en todas las vidas. (no es grafito, nunca podría)