viernes, 2 de julio de 2010

contusión

Hoy ha vuelto a casa.
No se trata de volver a la ciudad en la que nació ni de ver a su familia. No va de reencontrarse con amigos de la infancia, ni de ver los paisajes que le resultaban habituales hace algunos años, ni de volver a dormir en una cama “de 90”. No se trata del acento, ni del idioma, ni del ritmo de la circulación (ni la suya, ni la de la ciudad). Tampoco es la comida casera, ni la luz grisácea, ni el sonido de los gallos de buena mañana. Todo esto sucede, pero sólo el olor a yodo le permite volver a casa.

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