jueves, 6 de mayo de 2010

había caído el telón, fin del acto comunicativo


No lo entiende. No puede explicarse cómo ha llegado a producirse, y siente que la situación tiende a agravarse sin que pueda evitarlo.
Le parece que fue un comentario fuera de tono y de lugar, y a ratos incluso se consuela pensando en la falta de elegancia que comporta un enunciado de esas características, pero eso es solo una forma de consuelo y siempre acaba por volver al desconcierto inicial, que la lleva a interrogarse sobre cual es la reacción más pertinente ahora.
¿Se puede vivir ajeno a los feedbacks recibidos? ¿Es sano?
Tiene claro que la comunicación se basa en un esquema que ahora está quebrado, omitirlo le ayudaría a recomponer su ego herido, pero es evidente que no es la solución más adecuada. Ha comprendido que en efecto «todos los caminos llevan a Roma», pero ya ha visto el coliseo, ha paseado por el barrio judío, la pizza empieza a resultarle pesada, el tour por las escenas de Fellini no está mal en inicio, pero ya conoce esos lugares mejor que el propio director y la propuesta de instalarse en la Piazza Navona le resulta del todo excesiva. No hay capacidad de agencia porque todos los caminos acaban allí, pero anhela el norte cada vez con más urgencia.
Lo que más lamenta es que su protagonismo no demandado acabó por teñir lo colectivo de individualidad. Con el trabajo no se juega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario