martes, 18 de mayo de 2010

ida y vuelta

«El que sólo busca la salida no entiende el laberinto. Aunque diese con ella y lograse salir, lo haría sin haberlo comprendido»
José Bergamín

Estaba fascinada. La energía ajena invertida en según que actividades se le contagiaba a una velocidad pasmosa y, aunque miraba con recelo a la práctica totalidad de los parlantes (lo hacía con mucho más motivo con aquellos que no hablaban) y no compartía un enorme porcentaje de lo escuchado, aquel círculo de personas suscitaba en ella una curiosidad que no le resultaba extraña, pero ya comenzaba a dar por perdida. El descaro le parece una actitud poco aconsejable pero tremendamente atractiva y lamenta que sea un rasgo tintado de cerrazón (en ocasiones convencional) y abocado a la falta de respeto.
Esta situación le permitía además deleitarse contemplando los las maniobras de la mente humana cual coreografía enmarcada en la más depurada de las disciplinas de la danza. Ya le habían advertido que desplazar la mirada era una forma de resituación y aunque en el fondo era algo que tenía relativamente integrado, nunca hasta hoy había sido tan consciente de ello. Por alguna razón que sólo ella conoce (aunque yo crea que es intuible) le han entrado repentinas ganas de ponerse a escribir.

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