martes, 10 de agosto de 2010

bis


Había llegado incluso a cambiarle el sueño.
Que tenían mala relación era un hecho más que constatado, pero ahora la cosa estaba pasando de castaño oscuro. 
Su actitud parasitaria la sacaba de quicio, era descuidado, descortés y egoísta, entraba y salía a su antojo en casa ajena y lo peor para ella era que tenía unos horarios insostenibles y dedicaba toda la noche a gritar de esa forma que solo ellos saben hacer, moviéndose nervioso y con dudoso sigilo de un lado a otro de la casa.
Siempre escondido, siempre pegado a la pared, siempre en las dobleces, en los agujeros mas oscuros escarbando una nueva salida...
La simple idea de pensar en su rostro la crispaba enormemente, recordar la imposición de su compañía aguaba cualquier momento agradable. El final de la historia estaba claro, quizá el no lo sabía, pero ella tenía experiencia en esas lides.
Lo de la boca... no sirve sólo para el pez.

2 comentarios:

  1. Lo que me remite con toda claridad a "Decisiones", de F. Kafka:

    "...
    Así, el mejor consejo es soportarlo todo, comportarse como una masa pesada y sentirse desaparecido; no dejarse sonsacar ni un paso innecesario; mirar al otro con mirada animal; no sentir arrepentimiento alguno; en suma, aplastar con la propia mano lo que queda de la vida como espectro, es decir aumentar la última tranquilidad sepulcral y no dejar nada excepto eso.
    ..."

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  2. Gracias 19preguntes, pero mucho me temo que la gentileza de tu mirada, tu pensamiento y tus palabras sobre estos textos es no merecida. Menos mal que no nos leen...
    A esto tuyo se le llama invitación a la lectura, es irresistible.
    “Un movimiento característico de este estado, consiste en pasarse el dedo meñique por las cejas.”

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